viernes, 27 de febrero de 2009

Holgazanería blogger

Dice mi querido amigo Ángel González que tengo mi blog abandonado, que apenas doy entrada a nuevos textos. Será que sigo siendo un niño antojadizo que crea juguetes nuevos para luego, una vez usados, dejarlos arrinconados en las esquinas. Bueno, no nos pongamos dramáticos. La vida de los poetas es muy agitada, nuestra cabeza no para, la desborda, en ocasiones, tanta ansiedad creativa por escribir y comunicar lo que está pasando tanto dentro como fuera de nosotros. Además, me halaga y mucho, tener, aunque sea, un lector fiel que se permite el lujo de "regañarme" cariñosamente por mi manifiesta holgazanería blogger. Por temas y asuntos a tratar que no sea. No me considero ni un crítico, ni un analista, los etiquetajes los dejo para otros, pero cierto es que la semana ha venido cargadita. Parece mentira, con lo que me gusta a mí parlotear y me he callado ante la dimisión del ministro Bermejo por la foto de la cacería con el juez Garzón. Pensé que ya no existía la inocencia mezclada con inoportuna fotogenia en la política. Imagino que tanto el ministro como el magistrado pensarían lo siguiente: "si no estamos haciendo nada malo, para qué entonces esconder nuestro amor". ¿No sabían que las huestes peperas atrincheradas tras el reporterismo político del diario "El mundo" estaban al acecho?...¡pobrecillos! Lo peor, el capítulo segundo a renglón seguido: Trillo celebrando la dimisión de Bermejo. Precisamente él, que resistió bajo la muralla numantina de su inmoralidad para no dimitir tras el escándalo del Yakolet 42. Esto es lo que hay. No sigo, me freno, me irrita tanta falta de memoria. Lo siento por mi amigo Ángel pero no estoy para enfadarme por cuestiones políticas. Hoy la política apesta a maniqueísmo y a oportunismo y tiene un color tan gris, que ni se le reconoce.

viernes, 20 de febrero de 2009

La muerte de Marta

Una niña de quince años ha sido arrojada al fondo del río Guadalquivir. Es imposible que no me entere. Todas las televisiones del mundo, sin nada que contar más que la terrible monstruosidad de su muerte, dedican horas de su programación a exprimir la única frase de la que, informativamente hablando, disponen: "Marta del Castillo ha sido asesinada" y desde ésta execrable realidad, los alcahuetes informadores de nuestro país bajan al lodazal de la psique humana, a ese mal vicio de la propaganda devastadora del hombre como lobo para el hombre. Dejémoslo aquí, por favor. El silencio de la muerte de Marta pertenece a sus padres, hermanos, amigos y demás familiares, como debería (con deber ético) expresar la esquela recortada en la memoria de la fallecida aún sin cuerpo. La muerte es la muerte y nada más, algo áspero e inequívocamente desolador, no debiendo convertirse nunca en ¡boom! mediático, en una verbena de reporteros ávidos de contarlo todo sin que realmente haya una noticia nueva que contar.

jueves, 5 de febrero de 2009

Mis cuatro jinetes

Boris Vian, Kerouac, Ginsberg y Burroughs .Todos estos hombres son unos auténticos desconocidos para la mayor parte de ustedes, queridos lectores de mi blog. Son cuatro grandes y yo también tengo sus alientos detrás de mi cuello.

Leo a Allen Ginsberg, leo a Jack Kerouac, leo a William Burroughs, leo a Boris Vain, Leo a Whitman...Deseo entrar en ellos, ellos me permiten acceder al mundo, ellos me animan a seguir en el camino, ellos son mi soledad, mi reencuentro con la vida, ellos me alegran la vida.

GINSBERG dijo:

Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo, hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna, que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz, que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados,

Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo, hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna, que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz, que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados...

KEROUAC dijo:

" Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas. "

Fragmento de “En el camino”.

BURROUGHS dijo:

" La morfina pega primero en la parte de atrás de las piernas, luego en la nuca, y después se extiende una gran relajación que despega los músculos de los huesos y parece que uno flota sin límites, como si estuviera tendido sobre agua salada caliente. cuando esta relajación se extendió por mis tejidos, experimenté un fuerte sentimiento de miedo. tenía la sensación de que una imagen horrible estaba allí, más allá de mi campo de visión, moviéndose en cuanto volvía la cabeza de modo que nunca podía verla. sentí náuseas; me tumbé y cerré los ojos. pasaron una serie de imágenes, como si estuviera viendo una película: un enorme bar con luces de neón que se hacía más y más grande hasta que calles y tráfico quedaron incluidos en él; una camarera traía una calavera en una bandeja; estrellas en el cielo claro. el impacto físico del miedo a la muerte; el corte de la respiración; la detención de la sangre. "

Yonqui (fragmento)