He aquí al más elevado representante de la metrosexualidad y otras sacrosantas reliquias ornamentales de la nueva masculinidad. Ante ustedes al delegado de Dios en la tierra; llámenlo dólar, llámenlo euro, llámenlo yen japonés o llámenlo libra esterlina, llámenlo rico multimillonario, mago del balón, engreído muchachito, llámenlo Cristiano Ronaldo. El dinero embellece, tristemente, el lejano espíritu de la humildad de éste cachas musculado, que abandonó entre lágrimas, el raquítico hogar de su Funchal natal cuando era un adolescente, uno más.
Ahora han matriculado al Ferrari. Ahora los popes de ese periodismo que convierte el fútbol en un negocio de polémicas mal servidas lo llaman CR9 y él, que seguramente nunca tuvo más iluminación que su propia inercia de triunfador, se deja querer. La fama es, a veces, un embaucador juego de amores correspondidos. Si pruebas a escribir en el Google su nombre te encontrarás la friolera cifra de 20.400.000 búsquedas.
jueves, 28 de enero de 2010
CRISTIANO RONALDO
miércoles, 27 de enero de 2010
LO QUE SOBRA
viernes, 22 de enero de 2010
20 años sin Jaime Gil de Biedma
miércoles, 20 de enero de 2010
AIRE NUESTRO
Aire Nuestro, la última novela de mi apreciado Manuel Vilas. Aire Nuestro suena como una sola palabra, como una construcción completa de pertenencia a algo. La utilidad de la ficción y de la fantasía está presente en esta obra de "nueva" literatura. Llevo leídas solamente cuarenta y tres páginas y tu ingeniosa pluma, Manuel, es grande como tu delicadísima admiración por Johnny Cash y su periplo gozador por un extraño y temperamental país llamado España.
domingo, 10 de enero de 2010
Construcciones humanas
De " Cuando yo era otro"
La ira es un hacha que se multiplica,
que te arroja a un mar que queda muerto
como un extenso charco que a nadie le importa.
Después de la crispación de las voces,
de la piel pálida,
de las gotas de sudor en la frente
que nos impone
la escarcha de la nevera del alma
que se descongela.
Después del arsenal bélico de los verbos,
De las miradas gélidas, de los niños
caídos al vacío y prolongados en el tiempo,
después, la soledad insoportable
como un sonido monótono y estridente.
Cesan los ruidos, los pronombres de la selva,
los ciclos naturales de los seres vivos se paralizan,
todos los árboles son arrasados
por una atómica lengua de fuego.
Caes, impactas contra el espejo,
el duro y cerrado cristal de la bóveda
de tu cerebro hecho con viejos y tóxicos
metales herrumbrentos.
La ira: se recogen abundantes muestras de locura,
la sangre del corazón se convierte en barro,
la soledad es la música breve, tenebrosa
de un piano lanzado a la calle
desde la azotea de un rascacielos.