viernes, 19 de febrero de 2010

RETROSPECTIVAS

De mi libro "Cuando yo era otro" Nuestro mundo fue entonces
hablar de amor con un amigo hasta altas horas de la noche, sin nombrar a Erich From o al que nos parecía caduco Bécquer. Éramos tiernos pero a la vez duros, realistas, prematuramente decepcionados, tímidos y creativos, leíamos a los que para nosotros eran los clásicos de la literatura, nos enamorábamos con frecuencia para romper la rutina y sentíamos siempre miedo porque nos gustaban los personajes malditos de la historia universal de la violencia. Nos metimos luego en política y pusimos nada más que un pie en los calabozos por no querer entrar en los cuarteles obligados de los militares. Íbamos a los bares del sábado por la noche para lucir nuestra insoportable arrogancia de chicos románticos y difíciles y nos miraban, ellas, mientras encendíamos un cigarrillo al más puro estilo del Hollywood de los años cincuenta, no sabíamos hacerlo de otro modo. Y a nuestros padres, a los que tanto queríamos, hombres generalmente de izquierdas de un planeta perdido, idealistas, bebedores sin nosotros, los necesitábamos como necesario apoyo de hombre a hombre. No queríamos caer en la vulgaridad, doblar las rodillas, nos sentíamos ya mordidos por una extraña fuerza que nos empujaba, nos arrimaba al abismo de las marejadas, sería la poesía, el futuro lleno de palabras o nuestra decisión de ser diferentes a todo, a pesar de las generaciones.

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