Agradecimientos
A Aida, amor reciente en el largo camino de la vida; a ti, por tu voluntad indestructible para conocerte a ti misma y de la que tanto aprendo, a ti que eres el día a día de los grandes proyectos.
A Javier, por su habilidad conversadora, siempre dispuesta a unir humor e inteligencia; a ti, por tu corazón, tu valiosa sencillez, por tu amistad única, porque me recuerdas siempre a algún poema de Gil de Biedma.
A Dani Olivera por haberme acompañado en las noches del debut oral de nuestros versos.
A Rubens, padrino con disnea, acelerador de los sueños y proyectos, hermano del todo es posible, gran amigo, luchador optimista.
A César Gil por su afecto y apoyo, por recitar mis poemas en las madrugadas de Radio Nacional de España, porque gracias él, insomnes cultos o iletrados me escucharon. Un abrazo duradero, amigo.
A Ezequiel Pérez Plasencia, por darme su decenio del cronopio, sus hospitales, su amistad, por abrir los oídos a la poesía joven; a ti, Ezequiel, donde quieras que estés.
A las muchachas que dejé atrás porque el amor tranquilo llegó, a ellas, que estuvieron dentro de mi universo de hedonismo imposible, con cariño a ellas, siempre en mi recuerdo.
A Pepe Juan, escritor, profesor, crítico.
A Ángel Vizcaya (librería del Cabildo), soñador inquieto de la cultura.
A Juan Gómez Jerez, a Samir Delgado, a Ernesto Rodríguez Abad, a Alejandro Suárez,
a Jaime y a Rosi.
A Rafa Medina, a Alicia Mújica e Israel Brenes, por los años compartidos de insumisión.
A mis abuelos, a la niñez de Santa Cruz y Los Realejos.
A Gabriel Celaya, a Blas de Otero a Gil de Biedma, a José Agustín Goytisolo, a Mario Benedetti, a Millares Sall, a Gutiérrez Albelo, a Ernesto Sábato, a Albert Camus, a Krisnamurti a Kirmen Uribe, a Manolo Padorno, a Elder Silva y a los que vendrán.
Al Surrealismo, a Canarias, al apetito de vanguardia.
A los que luchan y dan su tiempo por un mundo más justo.
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