Las dos últimas entradas que he publicado en mi blog tienen que ver con dos fallecimientos. No quiero convertir este espacio en un obituario, pero hoy domingo al filo del mediodía me he enterado de la muerte de Mercedes Sosa. Sus canciones nos unieron a muchos en nuestra primera juventud de izquierdas, en aquellos lejanos años de principios de la década de los noventa. Época dorada en la que la amistad era una gran pandilla de miedosos y rebeldes que miraban siempre hacia delante y que sepultados por la ansiedad buscaban la poesía y el amor, pero no solamente el amor de ellas, sino el amor en todas sus formas y amplitudes humanas. Y unos cuantos que pretendíamos ser poetas, pusimos el oído fino cerca de su torrencial voz de mujer que ha vivido, ha visto, ha llorado y temblamos de emoción ante la fuerza y la ternura de su presencia, ante la rotundidad de sus canciones, ante su energía retumbando en la conciencia, ante su manifestación en favor de los más débiles, de los que no cuentan para los miserables círculos del poder. Viva Mercedes Sosa aunque haya muerto.
1 comentario:
Supone una gran pérdida, ya que con su voz transmitía mucha energía y emoción.Una mujer comprometida socialmente y de una gran humanidad. Como dices, su voz siempre nos acompañará.
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