martes, 22 de diciembre de 2009

Jaime Gil de Biedma II

Leo, en la web del escritor aragonés Manuel Vilas, una pequeña nota acerca del posible estreno en Zaragoza de una película sobre la vida de Jaime Gil de Biedma. Desconocía que se hubiese rodado en algún lugar de España o fuera de ella, un documental sobre el carismático poeta catalán. Gil de Biedma es uno de esos autores contemporáneos que me despierta los más variados entusiasmos. Su poesía es directa hasta el descaro, con un tierno anhelo de amistad y amor. Hay mucho de hondo rincón melancólico en el personaje y en la realidad del personaje que fue este señor elegante con calva de línea perfecta. Con Jaime hablé en secreto muchas noches en la soledad de mi habitación de primera juventud, y la sensación que me quedó de aquellos años fue la constante creencia de que las personas podíamos coincidir más allá de las objetivas y, en ocasiones, pesadas presencias. La lectura de sus versos fue para mí una experiencia cercana a entablar una fluida comunicación con algún tipo de providencia.

Pasan lentos los días y muchas veces estuvimos solos. Pero luego hay momentos felices para dejarse ser en amistad. Mirad: somos nosotros. Un destino condujo diestramente las horas, y brotó la compañía. Llegaban noches. Al amor de ellas nosotros encendíamos palabras, las palabras que luego abandonamos para subir a más: empezamos a ser los compañeros que se conocen por encima de la voz o de la seña. Ahora sí. Pueden alzarse las gentiles palabras -ésas que ya no dicen cosas-, flotar ligeramente sobre el aire; porque estamos nosotros enzarzados en mundo, sarmentosos de historia acumulada, y está la compañía que formamos plena, frondosa de presencias. Detrás de cada uno vela su casa, el campo, la distancia. Pero callad. Quiero deciros algo. Sólo quiero deciros que estamos todos juntos. A veces, al hablar, alguno olvida su brazo sobre el mío, y yo aunque esté callado doy las gracias, porque hay paz en los cuerpos y en nosotros. Quiero deciros cómo trajimos nuestras vidas aquí, para contarlas. Largamente, los unos con los otros en el rincón hablamos, tantos meses! que nos sabemos bien, y en el recuerdo el júbilo es igual a la tristeza. Para nosotros el dolor es tierno. Ay el tiempo! Ya todo se comprende.

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