La factoría Lennon dio sus frutos.
John Lennon ríe. Imagine y los psicotrópicos
guardados en la gaveta de la mesa de noche.
Imagine estremeció las ventanas, las torcidas torres
de la mala educación.
Imagine, munición que salió por las cañerías de las escopetas
de las azoteas colindantes.
El mitómano transparente, el fetichista con una vaguada fría en la mente
envió el rostro alargado de Lennon al estatus de los cadáveres de la leyenda
24 horas al día o por siempre jamás.
En el año 80 Lennon murió,
ya había empezado a parecerse a un Jesucristo a la europea,
no hubo, sin embargo, beatificación,
la cocaína, el colosal LSD, su papel de comediante del pacifismo
no le ayudó.
La sangre de Lennon es historia
en cambio, John Lennon, ríe.
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