Cuando el amor es ciego
dejas de caminar,
comes lo que te den
y aceptas aunque no te guste
el menú sexual antes del desayuno.
Toleras a fuerza de patadas
que vales menos que los muebles,
dices sí, eres un maniquí que se maquilla
la secuela del odio.
Y siempre fuiste un poco insegura,
algo depresiva
pero pensaba que tenías futuro
que saldrías adelante.
Espero que en la horrenda verdad
de la crónica negra
no esté tu nombre algún día,
espero que no se cumpla la amenaza del cinturón de cuero,
del puñetazo en la boca, del balazo en el pecho.
Que no persiga el modo de amar de los psicópatas
tu derecho a estar en el mundo como te dé la gana.
Sé desde ayer que te curan las heridas en la cama
de un hospital y todo esto me cabrea mucho
porque me cabrean las dictaduras, las cadenas,
el amor cuando es un amasijo de hierro
que cae sobre la vida.
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