viernes, 23 de enero de 2009

La dictadura del amor ciego

Cuando el amor es ciego

dejas de caminar,

comes lo que te den

y aceptas aunque no te guste

el menú sexual antes del desayuno.

Toleras a fuerza de patadas

que vales menos que los muebles,

dices sí, eres un maniquí que se maquilla

la secuela del odio.

Y siempre fuiste un poco insegura,

algo depresiva

pero pensaba que tenías futuro

que saldrías adelante.

Espero que en la horrenda verdad

de la crónica negra

no esté tu nombre algún día,

espero que no se cumpla la amenaza del cinturón de cuero,

del puñetazo en la boca, del balazo en el pecho.

Que no persiga el modo de amar de los psicópatas

tu derecho a estar en el mundo como te dé la gana.

Sé desde ayer que te curan las heridas en la cama

de un hospital y todo esto me cabrea mucho

porque me cabrean las dictaduras, las cadenas,

el amor cuando es un amasijo de hierro

que cae sobre la vida.

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