Ante ustedes una remota posibilidad, una realidad inalcanzable, una dulce locura. Perdí mi razón de ser. Ya no soy, ya perdí la brújula y la palabra comprender. Me muevo por impulsos, como un animal herido.
Me adentro en la boca profunda de esta isla,
los bosques están hechos para jugar al escondite
o para matar a alguien
o para que me atrape el pánico de haber acabado
por fin la gran obra personal de mi vida.
Un coche sin dueño en donde una pareja de idealistas
hace el amor sin ningún significado realmente despreciable.
La violencia: un hospital recibe el cadáver de un joven
que jugó a la ruleta rusa
y celebro su osadía, que su admirable impulso
por convertirse en un hombre recordado
le haya conducido a la muerte.
Celebro la notoriedad de la sangre,
celebro que no hayan condolencias,
celebro el panteón de célebres suicidas.
Celebro la ley de la gravedad del atrevimiento,
empuñar un rifle, disparar al aire
defender el azar, el juego, la poca importancia de la vida.
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