viernes, 8 de mayo de 2009

La vanidad, ese gran adorno I

Amigos escritores: Nos han hecho creer que de la vanidad vive el hombre. No es un cáncer, no, pero que travesía hacia la más estúpida nada, tener fijada en la mente las figuras del paraíso casi perfecto de la vanidad. El corazón me late, mis pulmones se llenan de aire, hago la digestión sin problemas, duermo entre cinco y siete horas. Hoy he visto en el hospital en el que trabajo a enfermos en la UVI que estaban francamente mal, desconectados de la realidad y conectados a todo tipo de máquinas con tuberías que asustan, estaban boca arriba, tumbados en la cama, ni vivos, ni muertos, indeterminadamente decrépitos. Qué necesaria es una cultura urgente de lo esencial. Qué útil es el compromiso con uno mismo.

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