Al amanecer, el dedo pulgar de la muerte
tocando el timbre de mi idílica existencia.
Me ha llegado la hora y yo aún tan joven y con legañas en los ojos
y con tanto miedo a un estruendo de luz amarilla.
Para preservar la vida hay que mantener la sangre
siempre bien contenida dentro de los largos cables membranosos,
pero no pude evitar el derrame del líquido rojo cuando mis tímpanos
se convirtieron en disparadero de agua oscura en plena calle.
Amor entre desconocidos después de la guerra.
Primero una deflagración y luego otra,
la noche anterior me había ido de fiesta
y olvidé preparar el búnker en el que protegerme
de la artillería enemiga.
Casi muero. Amo la vida tranquila sobre la tierra.
1 comentario:
hola
Publicar un comentario