miércoles, 22 de abril de 2009

Contra el amor romántico

Nunca he escrito poemas de amor. Si me tengo que poner serio, es de justicia afirmar que no existe nada más artificial y alejado de las verdaderas emociones que la elaboración de un poema de amor. Hay una razón de capital importancia que cabe no obviar: el amor romántico no existe, forma parte de la ficción que nos "ayuda" a vivir, del ideario social desde hace dos siglos. Es un patrón de conducta que provoca penosas pérdidas de rumbo. Le diría a todos esos que aún subliman el amor, que se miren un poco hacia dentro, que busquen la manera de hacer su propia radiografía interior. El amor romántico tiene en sí mismo dos paradigmas de la alienación: necesitar de un modo desesperado que alguien nos ame como a nosotros nos gustaría que nos amaran y sentirnos sufridos amantes, eternamente insatisfechos. Dos resultados de la misma mentira, es decir, el amor como droga para el "alma". La ecuación perfecta es pues la suguiente: amar cualitativamente y necesitar poco de los demás. Ecuación matematicamente inviable.

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