1. Siete y veinte de la tarde del sábado 13 de junio de 2009. El árbitro de la contienda Girona-Tenerife pita el final del partido, el CD Tenerife acaba de ascender a Primera División. La Televisión Autonómica de Canarias pasa de los verdaderos y únicos protagonistas de la proeza deportiva. Los futbolistas y el equipo técnico parecen pasar a un segundo plano ya que en el minuto uno de la historia del éxito y del júbilo popular las primeras declaraciones son las de Paulino Rivero, Presidente de Canarias. Su voz suena intrascendente y estúpida, plagada de tópicos folcloristas, mientras los jugadores saltan y se abrazan en el centro del campo como si hubiesen ganado un simple partidillo amistoso, ignorados por los periodistas. Los micrófonos de la Televisión Canaria al servicio de Coalición Canaria. Los políticos más miserables, oportunistas y paletos haciendo poco menos que suya la victoria final del CD Tenerife, de vergüenza.
2. En el balcón del Cabildo de Tenerife los "héroes de Girona" reproduciendo los gritos del éxito. Es una tarde radiante, sofocante, insoportablemente calurosa, caótica, absurda, preciosa, emotiva, donde todas las exageraciones y paroxismos confluyen en un único centro. Celebro el teatro de lo banal, llevar la realidad deportiva a la primera línea del interés general por unas horas, me divierte mucho.
3. Después de unas cuantas horas de celebraciones, exclamo: ¡qué la razón nos asista, que rescate a los majaderos que fabrican periódicos y malas televisiones públicas! déjenlo ya. Una conclusión casi irrefutable: en nuestra sociedad existe una gran necesidad de desahogo constante y no de compromiso.
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