lunes, 22 de junio de 2009

Pedro Salinas y yo

Sé a mi manera lo que es el amor. En mi interior lo he sentido, lo siento. Lo siento como una manera de estar compartiendo mi vida y a la vez como una forma de descubrir la parte oscura, la parte dañada, la parte "antipática" de uno mismo, es decir, hablando en primera persona, de mí. Edito ahora un poema de Pedro Salinas, que me removió mucho cuando tenía veinte años. Hoy me viene al recuerdo su claridad, su concepto como un fruto maduro y necesario para romper la sucia y reseca maleza de lo superfluo.

Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres! Quítate ya los trajes, las señas, los retratos; yo no te quiero así, disfrazada de otra, hija siempre de algo. Te quiero pura, libre, irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, sólo tú serás tú. Y cuando me preguntes quién es el que te llama, el que te quiere suya, enterraré los nombres, los rótulos, la historia. Iré rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer. Y vuelto ya al anónimo eterno del desnudo, de la piedra, del mundo, te diré: «Yo te quiero, soy yo».

No hay comentarios: